La mujer que quiso matar a Constantino Romero.

Acabo de llegar a casa. Son las cuatro de la mañana y vengo cansado. Antes de meterme en el sobre a romperme la cerviz, durmiendo como un delfín muerto, me he puesto algo de música para relajarme. Los "Grandes éxitos de Barricada" el 30 Años de éxitos que grabó Torrebruno cuando hacía Heavy Metal (Antes de amputarse el pene con un cutter y pasar a tener voz de mezzosoprano), y unas cintas de casette con efectos sonoros de la matanza del cerdo en Villarublo de Modinguillos (Único lugar del mundo donde se mata a los puercos con grapadoras).

Dejando a un lado mis excentricidades habituales, el hecho de que considere estos infernales sonidos algo digno de "Relajación" viene a raíz de algo que me ha sucedido esta noche y que me ha afianzado, creo que para siempre jamás, en mi creencia de que necesito una novia japonesa.
Me encontraba yo, forever alone, sentado disfrutando del olor a culo que hay últimamente en la Puerta del sol de Madrid, cuando se han sentado a mi lado dos jovencitas de buen ver. Pijitas ellas, muy monas, vestidas de ZaraMango y con mas capas de pintura que el parachoques de la M.I.R.

Una de ellas me ha mirado y me ha dicho: "OYES!!!!! QUIEN ESTÁ MAS BUENA??? LA ESTA, O YO?". Juro por el Santo Culo de Darth Vader que es físicamente imposible que ese tono de voz provenga de una caja torácica tan reducida. Aquello no era una voz. Era el grito que emite un gato llamando a la muerte cuando le pasa por encima un Pegaso Troner de seis ejes. Era la madre de todas las voces, el eco sangrante de millones de víctimas de horrendas muertes, el homicidio de los coros de Capella... La voz de una ardilla de 80 kilos llamando a su familia a voces desde el tercer piso.
La berraca humana ha seguido emitiendo esos atentados fónicos contra la humanidad mientras mi cerebro trataba de volver al estado sólido. Lo se, por que la Montserrat Caballé infernal seguía moviendo los labios, y el ejercito había pasado a Def- Con 3 pensando que nos invadía una raza de ratas espaciales del planeta Pixar.
No se cómo la gaita humana no se daba cuenta de que su tono de voz estaba aterrorizando al vecindario. Esta noche millones de niños se habrán levantado de sus camitas señalando la cómoda de su habitación, llorando de pánico, con el absoluto convencimiento de que el Hombre del Saco se había transformado en la Dragg Queen de los Labios Pintados. Pobres criaturas que jamás podrán volver a conciliar el sueño sin la ayuda de años de terapia.

"Que se rompa la traquea -He pensado- Dios mío, olvida lo que te pedí sobre Hallle Berry y, a cambio, sólo te pido que esta chica se rompa la traquea y la tierra podrá volver a girar sobre su eje".

Por suerte mi masa cerebral, acostumbrada a pasar del estado líquido al sólido en micras de segundo, ha ordenado a mis pies que se alejaran corriendo. Y así lo he hecho... Justo cuando los cristales blindados del Corte Ingles comenzaban a resquebrajarse por las agudas ondas. Esa chica no tenía huella sonora, no, tenía la colección completa de tonos desagradables unidos en una sola voz.
Se que, si alguna vez, vuelvo a escuchar un tono femenino semejante, será el de La Muerte, llamándose a si misma.

Por lo menos ya se cómo lo hacen para comunicarse en las macrodiscotecas.




Con los dedos de la mano, con los dedos de los píes, con la picha y los cojones. Todos suman, veintitres.