Sor María

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GANDHITLER

julio 31, 2012

EL POR QUÉ DE JESEE CUSTER




-... No tenemos por qué soportar enfermos, y esas Mamandurrias...

-Perdone, -Suena de fondo el punteo lento de un banjo tejano- iba camino del Infierno... Y no he podido resistirme a escuchar lo que estaba diciendo, alcaldesa...
-Quien es usted?
-Eso no viene al caso, alcaldesa -El desconocido, con los ojos ocultos bajo el ala del Stetson de cuero raído, escupió al suelo desde lo alto de su alazán negro como la noche del desierto.- El asunto es que acabo de escucha lo que ha dicho y, ¿Sabe? Creo que usted podría indicarme el camino.
-Sheriff! -La alcaldesa elevó su voz Agria de beata solterona, rompiendo el silencio del poblado- Detenga a ese hombre!

El Sheriff terció su winchester y requirió la presencia de sus ayudantes. Un océano de guardapolvos de color crudo y botas llenas de polvo rodearon al desconocido, con las manos prestas a desenfundar sus Colt.

-Ya ha escuchado a la señora, forastero... Entregue sus armas o...
-¿O que?
El arbusto rodante, seco, sin vida, cruzó entre los pies de ambos hombres. Recorriendo el camino que separaba la lavandería china de la Funeraria de Jack Dalton.
No fueron las palabras del jinete, no fueron las dos Peacemakers con la culata de nogal, llenas de muescas, que asomaban en sus caderas.

Fue el brillo asesino de sus ojos.

Antes de esas palabras, nunca había hecho tanto frío en el desierto de Arizona.

Antes de que la mano del ayudante Wayne llegara a rozar el frío acero azul de su revolver seis balas de plomo habían atravesado a los ayudantes del Sheriff.

-Suelta el revolver.

La palabra del jinete no era una afirmación, ni una sugerencia... Era una condena a muerte. Lucifer estaba sentado en el cañón, todavía humeante de la Peacemaker. Mirándole a los ojos.

-Sheriff! Como alcaldesa le ordeno que mate a este hombre!!!

Obedeciendo, maniobró con el engarce del rifle para cargarlo. Una vez.


Y otra. Y otra mas. Y otra mas. Hasta que el cargador quedó vacío. A continuación, arrojó el arma y salió corriendo a refugiar su cobarde trasero en la barbería.


-HIJO DE PUTA! ESTE ES MI PUEBLO! AQUI MANDO YO!

El jinete, con los ojos brillantes bajo el ala del sombrero sonrío como una serpiente de cascabel.

-SÍ DIGO QUE HAY QUE SUBIR EL PRECIO DEL TRIGO, SE SUBE! SI ORDENO QUE SEAN MIS ESCLAVOS, SERAN MIS ESCLA...

La Alcaldesa seguía balbuceando cuando su cuerpo, con seis balas del tamaño del Estado de Wisconsin atravesándolo, se desplomó sobre el suelo, salpicando el polvo del camino. Con su fría sangre de caimán.

Mientras el jinete enfundaba el arma en una castigada pistolera de cuero marrón, u o de los ciudadanos se acercó a la montura...

-Señor... Y ahora... ¿Que hacemos?
-Ahora... -el jinete miró sobre su hombro- Ahora ya sois libres. Hacer lo que creáis justo. Y rezar por no volver a verme en este pueblo.

A continuación, clavó espuelas y se alejo, al galope, desapareciendo en una densa nube de polvo... Para... ¿Siempre?


Y, es por eso lo de Jesee Custer.





"Para que quiero ser real, sí ya soy una leyenda?"

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Se agradecen los comentarios.
Se agradece mas el sexo despiadado con Hale Berry, pero tus comentarios también.
Pero no tanto.