Sor María

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GANDHITLER

julio 13, 2012

EN PELIGRO DE EXTINCIÓN




Lo vais a flipar.
El caso es que esta mañana los clientes se han levantado con ganas de declararle la guerra a la tecnología, lo que es decir, que han roto todo a primera hora y he salido de casa ya quemadito.
Entre el Sidoso que nos gobierna, la cuerda de incapaces que van a convertir este país en una sucursal de república bananera y que Leonor pasa de mi, iba por la calle desando que una vieja se cayera al suelo y se partiera la cadera. Así, por lo menos, me hubiera echado unas risas. 
En eso estaba, deseando el mal ajeno, cuando he visto a una pareja comiéndose a besos (Bocaos se daban, estimado público), y, lo juro, me ha venido a la cabeza: "Eh! A follar a un hotel".
Sorprendido por mi propio ataque moralista, me he dado cuenta de una cosa.
No me ha molestado que los Ositos (Osito y osita) se estuvieran comprobando mutuamente el contenido del estómago con la lengua... Lo que realmente me ha molestado... Es darme cuenta del tiempo que hace que no veo a nadie devorarse a besos en plena calle.
Creo recordar que, en mi época (Cuando los dinosaurios dominaban la tierra y el Mar Muerto estaba herido), la gente se morreaba hasta en la cola del confesionario. Salías a cualquier sitio, y veías a las parejitas (Osito, osita, dos ositas, hasta orgías de ositos) comiéndose los morros como sí uno de los dos partiera mañana a la Guerra de Flandes.
Y ya hace años que no lo veo. 
Puedo asumir que nos hemos vuelto unos soplapollas y mingafrías que no tenemos valor ni para dinamitar nuestra casa con el notario y seis policías dentro cuando vengan a desahuciarnos. 
Sería capaz de comprender (Con mucho esfuerzo), que ahora somos super europeos, no fumamos en los bares y tenemos la polla acicalada con brillantina, para que las Suecas no echen de menos a los maricones cremosos que tienen en su país.
No, en serio, podría incluso respetarlo.
Pero por lo que no paso, de ninguna de las maneras, es que nos quiten la puta y jodida libertad de morrear a nuestras pibas donde nos salga de los cojones. 
Porque, señores y señoras mías, la libertad sexual es una puerta abierta al resto de libertades. Posiblemente la única puerta que nos quede. 
Y nos permite estar a resguardo en brazos de nuestra chica (O chico, o perro), durante un rato, porque ahí afuera, fuera de esos labios, el mundo es terriblemente frío, duro y muy cabrón. 
Hasta donde yo sé, no existe un INEM de besos, ni llevan IVA, ni hay que declarar a hacienda la cantidad de veces que te como la boca.
De modo que me han dado unas ganas tremendas de darme la vuelta en mitad de la calle, y aplaudir a esa pareja que, lejos, imagino, muy lejos de políticos sidosos, mafiosos sinvergüenzas y banqueros amorales y canallas, se comían a besos, sin importarles una puta mierda que el mundo dejara de girar sobre su eje, y que los gilipollas como yo desearan la muerte de media sociedad.
A lo mejor me estoy volviendo blando con la edad.

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Se agradecen los comentarios.
Se agradece mas el sexo despiadado con Hale Berry, pero tus comentarios también.
Pero no tanto.