Sor María

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GANDHITLER

mayo 19, 2012

EL DÍA EN QUE MURIERON LOS CABALLEROS






Tengo una amiga que no se fía de mi.
Se fía tan poco de mi que, de vez en cuando, viene a mi casa, dormimos juntos, hacemos el amor y siempre deja algo de ropa en mi armario.
Por si vuelve.
Tengo un amigo que es un figura.
Estuvo enamorado de una piba. Algo jodido para el, porque es deportista, licenciado en filología árabe, economista y una delicia de contertulio.
Pero mide 1,50. Y, claro, eso no hace juego con las braguitas de Hello Kitty.
Mide 1,50. Y le he visto (Que Dios me deje sin pene si miento) plantar cara, sin dar un paso atrás, ni pestañear, ante el macró de la piba, cuando éste (Metro noventa de puro músculo, el hijo de puta), descubrió que mi amigo se le estaba beneficiado a la prójima. El jincho amenazándo con sobarle los morros, y mi colega, a la altura de las rodillas, mirándole con esa cara que ponen los tipos chungos cuando los va a pasar por la cuerda el verdugo: "Ten cojones, y ven aquí, que te voy a poner a mi altura".
A veces leo vuestros comentarios en Faisbuk, o tuinter, y, recordando esto, estimadas followeras (Esta entrada es para vosotras, los tíos estáis exentos), me quedo pensando en todas las gilipolleces que os escucho día a día.
A mi, y al canijo chulo del segundo párrafo, nos enseñaron que a una mujer siempre hay que abrirle la puerta y cederle el paso.
Una mujer nunca, jamás paga la invitación. Puede que sean los últimos 20€ que tengas en cuenta, pero un caballero los suelta encima de la barra, mira al camarero, cómplice siempre, y dice: "Ni se te ocurra cobrarla a ella".
A una mujer no se la ofende. Nunca, bajo ninguna circunstancia.
A una mujer se le respeta. Pase lo que pase, ocurra lo que ocurra. Nunca, jamás, no existe ninguna excusa, para perder el respeto a una mujer,
En estas, y otras creencias que os parecerán obsoletas y dignas del mesozóico, nos educaron en nuestro pueblo.
Creo recordar, si la Wikipedia no me miente, que a eso se le llamaba "Ser un caballero".
Mi amiga, la del primer párrafo, me pega unas broncas bestiales cuando suelto algo del estilo: "He dado mi palabra"
Mi amigo, lo se, aunque no me lo haya dicho, eso va de oficio, solo tiene una "Palabra".
Eso, que seguro que os sonará a macho ibérico rancio, tiene una explicación.
Te voy a pedir un favor, amiga lectora, piensa en el caos.
Piensa en eso que tanto te asusta. En serio. Detente un momento e imagínate que a tu alrededor todo eso que temes, esa pesadilla que te hace levantarte por las noches y llamar a gritos a tu mamá, está ocurriendo de verdad.
Ahí, justo ahí, es cuando entra en juego el significado de "Mi Palabra".
Nuestra obsesión (Perdonar, princesas, estáis tratando con caballeros), con dar "Nuestra Palabra" es porque queremos dejarte muy claro que, te pase lo que te pase, por muy horrendo que sea, tu sabrás que hay tipos, como el medio metro y yo, que siempre mantenemos nuestra Palabra. Siempre, ocurra lo que ocurra, independientemente del ciclo vital del Universo. Y que jamás vas a tener nada de lo que preocuparte porque, ocurra lo que ocurra, estaremos ahí. Siempre.
Y que, sí te has ganado el mérito, de que te hayamos dado nuestra promesa, no vas a tener que preocuparte de nada mas en tu vida.
Y eso, bonitas, no os lo da ni el erizo invertido de Seguros Génesis.
Es entonces cuando mi amiga me dice que "Está bien, pero... Solo como amigos, y tal, vale?"
Es entonces cuando la chica de mi amigo vuelve con su machote (Metro noventa de puro músculo, el hijo de puta), para que la siga curtiendo el lomo a hostias (Lo de puro músculo no iba de coña). Porque sí. Porque es un mierda, sin palabra, sin honor y sin vergüenza.
Pero hace juego con las bragas de Hello Kitty.
Es entonces cuando me dedico a leer vuestros: "¿Donde está el hombre perfecto?"
Quizá mas cerca de lo que estáis buscando.
Y es entonces cuando el canijo de Metro Cincuenta, que un día se plantó, a cara perro, chulo y bravo como un toro de lidia, delante de un mastodonte metro noventa, por defender a su dama (Le había dado, el muy imbécil, "Su Palabra"). Y un servidor (Al que no adjetivo, por ser el que suscribe), se sientan un sábado por la tarde a bajarse un paquete de Chester, y a responder a la pregunta que todas vosotras, queridas cariñas... Os hacéis cada día cuando os despertáis y sentís ese frío en la boca del estómago:
"¿Donde están los caballeros?"
La respuesta es sencilla.
*** Esta entrada está dedicada a un amigo muy especial. No diré el nombre, porque no se si quiere señalarse, pero tiene, y lo sabe, toda la libertad del mundo de arrogarse la heroicidad que narro.
*** Espero que nadie se tome esta entrada como un elogio del ascetismo sexual, machismo, falocracia, o cualquier pollada de esas que tanto gusta a los gilipollas modernos.
"Compra inteligente. ¡¡Compra en S- Smart!!"

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Se agradecen los comentarios.
Se agradece mas el sexo despiadado con Hale Berry, pero tus comentarios también.
Pero no tanto.